La sensación que produce esta imagen de Martin Parr tomada en Goa me remite a lo insólita y fascinante que puede ser la India.
El caos, los olores y aromas, el polvo que se inhala, los colores, sabores, rostros de ojos almendrados y miradas aceituna, los sonidos, la ausencia de un límite claro entre lo público y lo privado, el sentido de comunidad, la dignidad en la pobreza, una estética inspirada fundamentalmente en lo natural, abigarrada pero sutil y en equilibrio perfecto, la luz a través de las telas de los saris y sobre todo la espiritualidad que flota como un manto hacen de este país un lugar para visitar y contemplar con calma.
Para algunos quizás sea una visión romántica. Como dijo Armando Rojas Guardia alguna noche: "una gente benigna".
Sí, es como para llevarse las manos a la cabeza...y al corazón.
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