I
(Palabra)
Imaginemos el grito
que fecundó por primera vez la retina de un hombre
  y abrió de golpe sus labios
un grito a imagen
de otro desperdigado por el cielo
 que sólo mucho después se llamó relámpago.
Con los años y las migraciones
(que son lo mismo)
su piel fue castigada por nuevas bocas
hasta adquirir contornos definidos
 vestirse de sílabas
y olvidar su primera geometría
    ilimitada.
Así el grito, ahora palabra
viajó aferrado a la espalda de caravanas e invasiones
 junto a mercaderes que cambiaban almas por seda
y vió el imperio de otros soles
 atravesó el laberinto sin paredes del desierto
  conoció selvas que le llenaron los ojos de lluvia.
Y aun hoy sigue su peregrinar
usurpando la fe cruel de las montañas
o los recuerdos diluidos por el viento
     entre los bosques
condensando en sus venas
la existencia de aquel primer hombre
que la conoció cuando era miedo
 cuando era temblor en los huesos de la tormenta
  cuando era relámpago.
Adalber Salas Hernández