una cara, un borde

sábado, octubre 31, 2009




La caja Pandora: es la vida.

No lo olvidemos.

A Pao, por su Pandora inexistente.




martes, octubre 27, 2009

lunes, octubre 26, 2009

Mima


Permítanme ponerme muy personal esta noche.

Esta es mi abuelita. A 5 años de su partida, un 26 de octubre, quiero hablarles de ella y celebrarla.

Nació en Ciudad Bolívar. Preparaba los mejores bistecks con cebolla y tomate. Cuando, de pequeña, mis padres me dejaban durmiendo en su casa, la veía levantarse muy temprano y peinar su larga cabellera negra hasta hacerse un moño. Me hacía la dormida para no interrumpir aquellos movimientos. Después de prepararle la avena a mi abuelo, cerca de la hora de ir al colegio, se me acurrucaba en la cama para despertarme y al levantarme, me obligaba a tomarme un vaso de agua. Lo de peinarse con ganchitos y lacitos era una proeza que hacíamos las dos en la mañana frente al espejo. Siempre el peinado nos quedaba torcido y así me iba y volvía a casa.

No me dejaba ponerle azúcar al café y un día me obligó a comerme (o tomarme?) un huevo crudo en una taza porque tenía muchas vitaminas. Para mi cumpleaños, me hacía gelatinas de colores y torta de queso criolla, saladita y chiclosa en los bordes. No asistía a las piñatas diciendo que no le gustaban pero en realidad no podía manejar muy bien sus emociones.

Hablaba poco. Tenía un perro y un gato. Me enseñó a tejer, a hacer cerámica, me abrió mi primera cuenta de ahorros en el Banco de Venezuela, el de logo azul de aquel entonces y metió el primer bolívar en mi alcancía. Me llevó a hacer voluntariado en el Hospital San Juan de Dios. A la playa íbamos en autobús y cuando salía del mar, me esperaba con una naranja picada. Luego me obligaba a caminar de regreso para hacer ejercicio. En las tardes, se sentaba a mi lado en el sofá y me agarraba la mano. Siempre me revisaba las uñas y me insistía en la crema hidratante para los codos.

Los fines de semana, la acompañaba a Quinta Crespo y como era amiga de los vendedores de queso blanco, los probábamos todos y ella escogía el que estaba en el punto justo de sal.

Cuando me operaron de las adenoides, ahí estaba ella con un pote de helado y cuando me daba gripe, el remedio era miel, ron y limón.

Le encantaban los pájaros, especialmente los turpiales.

Hacíamos carreras escaleras arriba antes de ir a la cama, nos comíamos un dulce y rezábamos antes de dormir.

Preparaba el mejor ponche crema que he probado jamás y nos lo tomábamos "encapilladas" en el cuarto.

Mima me crió. Anoche soñé con ella. Caminábamos por los linderos de un jardín.

Esta foto, y otra que publiqué en la primera entrada de este blog, la única del mes de marzo, se la tomé en Margarita, poco antes de que empezara a deteriorarse. Nunca se dejaba fotografiar pero como le dije que estaba estudiando fotografía y que tenía que hacer una tarea, accedió. Bienvenido era todo lo que fuera "estudio". Disparé muchas veces y poco a poco se fue relajando. Miró directo a la cámara, sin temor, amorosamente entregada en su chinchorro.

Como escribí en una carta impresa hace 3 años para formalmente despedirme y contarle de mi vida, me la imagino repartiendo ponche crema entre los ángeles.

Mima querida, gracias!, tantas veces...

sábado, octubre 24, 2009

Hablar del espacio

Hay un número infinito de espacios en movimiento (A. Einstein)

El espacio es un material, no un vacío (N. Schoffer)

El espacio iluminado es una división del espacio (D. Flavin)

Cada espacio produce a los otros (J. Cortázar)


(Recopilación en la revista Estudis escenics No. 29, Ed. Portic, Barcelona, 1988. Por Gloria Picazo)

jueves, octubre 22, 2009

lunes, octubre 12, 2009


Volar se me hace difícil

Regreso. Suspiro antes de caminar. Los balcones se abren brotan gotas. Por las orillas de mi vientre he buscado nenúfares en cada semáforo. Nadie comulga. Las calles de esta ciudad ansiosas sin sombras son zancudos patas de acero sonetos sin fondo. Los capullos de mis árboles no hay quien los riegue. Volar se ha vuelto heróico. Apices de neones sin aromas. Incauta rezo con mis almohadas. Reintegro cuatro cardenales. Un norte amalgama mi niñez con preces. Papas cocidas despliegan el sur. Y el oeste de mis padres concilia mi oval mariposa contigo sin ti. Conmigo sin mí. Volar se torna indispensable. Salvarme a pesar del rodapié y de sus texturas. Nacer cada día. Me asustan mis antepasados. Sus fundas sin tela cardinan mi alma. Sus codos vierten sombras. Tal vez volar sí sea la única verdad. Entonces la premura son lo púrpura y las cuatro esquinas donde duermo. Doblo la luz rememoro a San Juan a Ezequiel y tras ellos de reojo me lavo la piel me miro en el espejo. Volar siendo así es simple. El útero está en mí. Difícil es un adjetivo sin diccionario en el idioma de las aceras que lindan nuestros sueños.

Paola Restrepo

Octubre 2009

Seguidores

Datos personales

A mi papá, por sus ojos acuosos frente a la imagen.